Cuando asumimos nuestro trabajo como una tarea estamos perdiendo la maravillosa oportunidad de ver cómo lo que hacemos, con amor y entrega, puede mejorar la vida de quienes nos rodean.
Te preguntarás… ¿cómo? Pues existe un proceso en el que logramos transformar nuestro trabajo sin necesidad de cambiar de empresa, ni siquiera de cargo: el Job Crafting. Para explicarlo de una manera más clara voy a compartirles una experiencia reciente: hace unos meses estaba realizando uno de mis talleres de Good Feelings con un grupo de trabajadores de una empresa de transporte; dentro de los servicios prestados por ellos se encontraban el transporte turístico a diferentes ciudades del país y el transporte escolar que funcionaba en la ciudad capital y sus alrededores. Mi mensaje para los conductores y para las personas del área administrativa se centraba en que nuestro trabajo, más que una tarea, es una vocación y adquiere todo el sentido cuando somos capaces de ver cómo, a través de nuestra labor, estamos impactando de manera positiva la vida de otro ser humano.

Vi entonces algunas caras de escepticismo, algunos de ellos no entendían claramente el fondo de mi mensaje; recalqué entonces que generalmente nos enfocamos en cumplir una tarea o estar al día con nuestras responsabilidades sin pensar en lo que hay más allá, en la forma como se beneficia la vida de las personas que impactamos con lo que estamos haciendo. Además, hice énfasis en que no solo se trata de ver el esfuerzo individual que cada uno de nosotros hacemos frente a nuestro puesto de trabajo o frente al
volante, sino del esfuerzo colectivo que todos aportamos como organización, pues el esfuerzo de cada uno de nosotros equivale a una gota de agua, y para que una persona sedienta se pueda tomar un vaso de agua, se necesitan de cientos de gotas.
Ya había logrado captar el interés de todo mi público, por lo que aproveché el momento para decirles, a manera de conclusión de mi idea:
– ¡Esto se trata de llegar a ver cómo estamos haciendo que la vida de un pasajero sea mejor!
Acto seguido les pedí que me compartieran casos reales de pasajeros que habían sido beneficiados profundamente por el servicio que esta empresa brindaba. Después de unos minutos de reflexión un hombre levanto la mano y me dijo:
– Juan Diego nosotros generalmente recogemos a los niños que viven en la periferia de la ciudad y los llevamos al colegio, si nosotros no los recogemos, ellos no podrían ir a estudiar.
Sonreí de satisfacción, porque me di cuenta de que mi mensaje había sido recibido de manera clara.
– ¿Entonces dime cuál es tu verdadero trabajo?, pregunté al joven conductor, quien haciendo unos segundos de silencio respondió:
– Mi trabajo es transportar sueños, porque gracias a la educación que reciben estos niños, el día de mañana muchos van a llegar a hacer sus sueños realidad.
¡Aún recuerdo el sentimiento de satisfacción y felicidad que experimenté con esta respuesta!
Puede que suene romántico, pero ver nuestro trabajo con amor es una forma de hacer Job Crafting, pues el amor nos permite ver el impacto que nuestro esfuerzo tiene en la vida de otro ser humano. El amor deja de ver clientes y empieza a ver personas que sueñan, experimentan dificultades y sobre todo que buscan salir adelante. Hemos hablado durante años de humanizar el mundo organizacional, pero muy poco hemos hablado del amor que transforma jefes en líderes, subordinados en aprendices, compañeros de trabajo en amigos y clientes en seres humanos con necesidades emocionales.
El Job Crafting se diseñó también para encontrarle un sentido a nuestra labor, y, dicen los más estudiosos, esto solo se puede lograr cuando trascendemos a un bien mayor; en otras palabras, cuando nos enfocamos en impactar la vida de otros para bien. Pienso que ver nuestro trabajo con amor nos permite trascender de pensar en nuestro esfuerzo individual para ver la suma de esfuerzos que resultarán en el bienestar de aquellos a quienes servimos, ya que en realidad no servimos a los accionistas de una empresa, nuestro verdadero servicio es para quienes llamamos clientes, aquellos que tienen dinero para comprar, pero también tienen corazón.
